En los últimos años, se ha registrado un preocupante aumento en los niveles de ansiedad entre adolescentes y adultos jóvenes en todo el mundo. México no es la excepción, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), los trastornos de ansiedad son actualmente uno de los principales problemas de salud mental en el país, afectando especialmente a personas de entre 18 y 29 años. Esta tendencia ha sido calificada por expertos como una “epidemia silenciosa”, ya que aunque no se trata de una enfermedad contagiosa, se propaga con rapidez y afecta profundamente la calidad de vida. Pero ¿por qué está ocurriendo esto? ¿Qué factores científicos y sociales están detrás de esta crisis?
¿Qué es la ansiedad y cuándo se convierte en un problema?
La ansiedad es una emoción natural. Se activa ante situaciones que representan peligro o incertidumbre, ayudándonos a mantenernos alerta. Sin embargo, cuando esta respuesta se vuelve excesiva, constante e interfiere con la vida cotidiana, estamos ante un trastorno de ansiedad. Este puede manifestarse a través de síntomas físicos como palpitaciones, sudoración o insomnio, mentales como pensamientos negativos persistentes y conductuales como evitar situaciones sociales o escolares.
Factores biológicos: ¿cómo responde el cerebro?
Desde el punto de vista científico, la ansiedad está relacionada con una desregulación del sistema nervioso. Específicamente, se ha identificado una hiperactividad en la amígdala (una región del cerebro que procesa el miedo) y una baja actividad en la corteza prefrontal, que regula las emociones. Además, los niveles de ciertos neurotransmisores como la serotonina, dopamina y noradrenalina suelen estar alterados en personas con ansiedad. También influyen los factores genéticos. Quienes tienen antecedentes familiares con trastornos de ansiedad o depresión tienen más probabilidades de desarrollarlos. Sin embargo, la genética no lo determina todo: el entorno en el que crece una persona tiene un peso crucial.
Factores sociales y culturales
Los jóvenes de hoy crecen en un contexto muy diferente al de generaciones anteriores. La presión académica, la competitividad en el mercado laboral, la incertidumbre económica, el cambio climático, la inseguridad y la sobreexposición a redes sociales son solo algunos de los factores que alimentan la ansiedad juvenil. Las redes sociales, por ejemplo, pueden ser una herramienta de conexión, pero también generan una constante comparación con los demás, idealización de la vida ajena y necesidad de validación. Esta exposición continua puede deteriorar la autoestima, provocar aislamiento y aumentar los niveles de estrés. A esto se suma el impacto de la pandemia de COVID-19, que interrumpió rutinas, aumentó la incertidumbre y dejó secuelas emocionales aún visibles, especialmente en quienes estaban en etapas clave de desarrollo personal y social.
¿Por qué es tan común entre los jóvenes?
La adolescencia y la juventud son etapas de cambio físico, mental y emocional. En este periodo, el cerebro todavía está en proceso de maduración, lo que hace que los jóvenes sean más vulnerables a estímulos estresantes. Además, muchos adolescentes carecen de herramientas para gestionar sus emociones, y en muchas culturas, como la mexicana, aún persiste el estigma en torno a la salud mental, lo que dificulta que los jóvenes pidan ayuda.
¿Qué se puede hacer?
Combatir esta epidemia de ansiedad juvenil requiere un enfoque integral:
- Educación emocional: Incluir la enseñanza de habilidades socioemocionales desde la infancia puede ayudar a prevenir problemas futuros.
- Acceso a servicios de salud mental: Es fundamental garantizar que los jóvenes puedan recibir atención psicológica sin estigmas ni barreras económicas.
- Redes de apoyo: La familia, la escuela y la comunidad deben ser espacios seguros donde se promueva el bienestar.
- Uso responsable de redes sociales: Fomentar una relación saludable con la tecnología también es clave para reducir la ansiedad digital.
- Hábitos saludables: Dormir bien, hacer ejercicio, tener una alimentación balanceada y espacios de ocio ayudan a regular el sistema nervioso.
La ansiedad no es una debilidad, ni una etapa que simplemente “se pasa”. Es un problema real, con raíces biológicas y sociales, que merece ser atendido con empatía y conocimiento. Hablar del tema, informarse y normalizar la búsqueda de ayuda profesional son los primeros pasos para revertir esta crisis y construir una sociedad más sana emocionalmente.
Referencias y recomendaciones
- Gobierno de México. (2023). Salud mental en adolescentes y jóvenes. Recuperado de https://www.gob.mx/salud/articulos/salud-mental-en-adolescentes-y-jovenes
- Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). (2022). Encuesta Nacional de Bienestar Autorreportado (ENBIARE). Recuperado de https://www.inegi.org.mx/programas/enbiare
- Organización Panamericana de la Salud (OPS). (2021). Salud mental y COVID-19 en jóvenes. Recuperado de https://www.paho.org/es/temas/salud-mental
- Secretaría de Salud. (2023). Trastornos de ansiedad: causas y tratamiento. Recuperado de https://www.gob.mx/salud/articulos/trastornos-de-ansiedad-causas-y-tratamiento
- Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). (2022). Ansiedad en jóvenes: una epidemia emocional. Recuperado de https://www.gaceta.unam.mx/ansiedad-en-jovenes-una-epidemia-emocional

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